"Vivir es lo más peligroso que tiene la vida" reza una canción, pero también es lo único que tenemos, ¿por qué no tratar de hacerlo de la mejor forma posible?
Hoy fue un día bastante caótico, como de costumbre en esta mega metrópolis, en mi caso en particular, fue bastante intenso. Es cierto que interactuar con muchas personas en un espacio limitado, puede hacerte perder la cabeza, tu tolerancia no es la misma, porque estas en tus asuntos y las demás personas simplemente se convierten en desechables, en objetos de tu ira, cansancio, frustración, desánimo, complejos y todo aquello que no quieres en tu vida y obviamente ¡te encargas de hacerselos saber!.
Pero ¿adivina qué? ¿que pasa si los 22 millones 999 mil personas restantes que habitan y trabajan en esta ciudad hacen lo mismo al mismo tiempo que tu?... ¿Qué pasaría si el objeto de la ira de otros fuera tu madre, tu hijo, tu novio o tu padre? ¿cómo te sentirías?
¿indignado?, ¿enfurecido?, ¿harías cualquier cosa por vengarte de quién los insulto, cierto?
Entonces empezaría de nuevo todo este ciclo de ira y agresión sin razón, una y otra vez. A menos que la detengas.
A menos, que al momento de recibir el insulto de otros, mires a esa persona y veas que no es ella, sino sus circunstancias que le hacen hacer eso. O cuando vas a reventar en ira contra aquella persona y quieres hacerle daño por haberte molestado, mirala primero y recuerda que esa persona puedes ser tu, o tu novia, tu madre, o tu abuelo.
Mírate en los ojos de tus vecinos, de tus congéneres y de todos aquellos quienes habitan también tu ciudad, porque no son ellos, a lo mejor no eres tu, son las circunstancias que nos agobian. Y esas circunstancias son totalmente controlables, como lo son también nuestras reacciones. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de su boca y si de tu boca sólo sale veneno, ¿de qué te estás alimentando?
El primer paso para que cambie el mundo, es que cambies tu mismo, vale la pena dar el paso.
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